Esta máquina utiliza un par de turbinas centrífugas que en lugar de bombear la sangre -como hace el corazón o los implantes tradicionales- genera un flujo continuo y constante, por lo que lo único que se alcanza a percibir al poner la oreja sobre el pecho, es un muy leve zumbido.
Lleva un tiempo siendo probado en animales y también ya tuvo un exitoso período de testeo en humanos sin arrojar ningún efecto adverso hasta el momento (descontando el hecho de que si a un paciente le hacen un electrocardiograma, probablemente a continuación lo tapen con una sábana blanca y den orden de autopsia). En definitiva, ha resultado un instrumento muy confiable.
Por el momento, sigue a la espera de una aprobación por parte de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), pero luego de más pruebas y atendibles cambios que quiera aplicar, es probable que se convierta en un nuevo hito de los implantes médicos.
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